Por Miguel García Granda
Vivió en países como Suiza, Inglaterra, Canadá o Dubai, pero decidió regresar a Asturias hace cuatro años y medio. Licenciada en Económicas, Administración y Dirección de Empresas y máster en Hospitality Management, Isabel Rubio dio un giro radical a su vida estableciéndose en un bonito paraje en el interior del concejo de Cudillero. “Empezaron mis padres en 2007. Compraron la casa y un vecino les dejó el terreno que había delante. Hablaron con la IGP de Faba de Asturias y plantaron 20 áreas por hobby. Mi padre vivía en Madrid, mi madre en Oviedo y venían los fines de semana. El hobby se les fue de las manos y, en 2015, ya teníamos una hectárea de faba. Les empezó a gustar siguieron con una plantación de arándanos”, señala.
Lo que en sus inicios fue una afición familiar fue calando en Rubio, quien, tras regresar a Asturias, también dio un vuelco a su vida laboral. “Durante cinco años, trabajé para Education First como contable y era la jefa de departamento en Suiza. Entonces, por circunstancias de la vida, decidí volver a Asturias y vi la que tenían aquí montada. Empecé a trabajar en Arcelor como administradora contable y, durante la pandemia, lo dejé y me vine aquí a la finca. Empecé a involucrarme en el campo”. De aquellos comienzos destaca que “la IGP Faba de Asturias hizo un curso sobre cultivo para jóvenes que se querían incorporar. Finalmente me incorporé como agricultora. A día de hoy, tengo tres hectáreas como autónoma y, a parte, la finca El Ribeiro, tiene una hectárea y media de faba ecológica, 300 manzanos de diez variedades de manzana de mesa, una hectárea de arándanos ecológicos de una variedad extra tardía y 700 árboles de aguacate en ecológico”.
En cuanto a diferencias con su anterior estilo de vida, Isabel Rubio relata que “pasé de estar en una oficina con 15 trabajadores a mi cargo, contable, números y varios idiomas a venirme aquí y tener un Pasquali. Mi padre dice que antes me gustaban los bolsos y los zapatos y ahora me hace feliz tener un tractor”. Aun así, vivir y trabajar en el campo implica muchos otros aspectos. Según la agricultora, “no tiene nada que ver trabajar para ti mismo que por cuenta ajena. El campo no solo conlleva trabajarlo, sino muchas cosas más detrás. La contabilidad, la comercialización, las redes sociales, página web, trabajadores, altas, bajas, seguimiento, saber de lo que se trata, cuántas horas se echa en una finca y en otra y cómo gestionar todo. Al final, conlleva mucho más que estar encima de un tractor”.
Diversificación y apuesta por lo ecológico
Mientras que otros agricultores prefieren dedicarse a un único cultivo, en la finca El Ribeiro optaron por abrirse a más variedades. En ese sentido, Isabel Rubio explica que “lo que pretendemos es ofrecer constancia de trabajo en el campo. Poder tener un trabajador desde que comenzamos la poda del arándano en febrero, recolectar el aguacate en marzo o abril, plantar la faba en mayo y entutorar entre mayo y junio. Luego, julio y agosto, cuidar todas las plantaciones para empezar la recolección en septiembre y acabar en noviembre. Entre la recolección de la faba, la manzana y el arándano podemos tener un trabajador que empiece la campaña en febrero y acabe en noviembre. Creemos que es una manera de darle continuidad y que el agricultor y el trabajador no solo hagan campañas específicas”. Otro de los motivos que Rubio destaca para implementar diferentes cultivos es que “no se pueden poner todos los huevos en la misma cesta. El cambio climático nos está afectando en la faba, en el arándano y en el aguacate. Antes se pensaba que no se podía poner aguacate en Asturias y ahora es algo que está empezando a plantarse en muchísimas partes. Para nosotros también como comercializadores porque podemos tener una gama de productos y no solo especializarnos en una cosa. Creemos que es beneficioso para todos. Podemos tener muchas más ventanas de mercado abiertas y ofrecer productos de calidad bajo el sello de las IGPs, Alimentos del Paraíso o el COPAE y llegar a más partes y a más tiendas. No podemos vivir todo el año de una sola campaña”.
La ubicación de la finca fue uno de los motivos para emprender sus plantaciones en ecológico. “Fue gracias a mi padre, es decano del Colegio de Químicos de Asturias. Con este valle, ¿cómo no vamos a apostar por lo ecológico?”, defiende Isabel Rubio, para quien “está claro que conlleva mucho más trabajo que las plantaciones en convencional y tiene muchos más cuidados. Por ejemplo, tardamos 200 horas en limpiar a mano una hectárea de fabas en ecológico. También hay plagas y enfermedades nuevas que no sabemos cómo contra atacarlas”. Sin embargo, la riqueza paisajística y la biodiversidad de la zona hacen que merezca la pena ese esfuerzo extra. “Tenemos aquí al lado el río Esqueiro, que pertenece a la Red Natura y creemos que debemos protegerlo. Hemos instalado hoteles para mariquitas, casas para búhos, limpiamos el río nosotros a mano y en definitiva cuidamos el medio ambiente. Por suerte, no tenemos vecinos alrededor que nos puedan echar cualquier tipo de producto que no deseamos. El aguacate lo desbrozamos y le damos la hierba a un ganadero. Tenemos un ‘win to win’, por así decirlo”, señala la agricultora.
Comercialización propia y colaboración con otros productores
Abrirse un hueco en el mercado no es tarea fácil en los tiempos que corren, pero cualquier herramienta es útil para lograrlo. En el caso de El Ribeiro, “lo hacemos todo nosotros. Tenemos el apoyo de tiendas en la zona de Cudillero, Oviedo, Gijón y Avilés. Por ahora, hacemos nosotros los repartos y también trabajamos con restaurantes y tiendas en Madrid. Además, tenemos mucha venta directa a particulares que ya nos conocen y a quienes les gusta nuestro producto. Nos hacen pedidos online, nos llaman y quedamos con ellos”, remarca.
La colaboración con otros productores también es importante, primando la cooperación frente a la clásica competencia. Según Isabel Rubio, “tenemos mermelada de manzana y mermelada de arándanos y trabajamos con Carlos, de l’Allerán, una empresa de Moreda, y estamos muy contentos. Este año, sacaremos también la gama ecológica. Estamos probando en ferias a ver qué tal. La mermelada está teniendo éxito. También colaboramos con Campos de Herminia, una plantación de arándanos ecológicos de Tapia de Casariego. Como su campaña acaba en agosto, nos vamos turnando los clientes, por así decirlo. Colaboramos entre nosotros porque sabemos que los dos tenemos un producto de calidad. Vendemos aquí su zumo de arándanos, algo a lo que todavía no nos hemos lanzado. Creo que la colaboración entre productores es fundamental para salir adelante”.
Potenciar el producto asturiano
Formar parte de una marca como ‘Alimentos del Paraíso’ aporta un valor añadido tanto al productor como al consumidor final. En ese sentido, Isabel Rubio señala que “hay que potenciar el producto asturiano. Estaba claro que Asturias tenía que potenciar su marca y darnos cabida en ferias de Madrid, Bilbao o A Coruña. Nos facilitan espacio en mercados y se preocupan. Llevar un sello que ponga ‘Alimentos del Paraíso’ llama la atención. Certificas que es un producto asturiano. Significa fomentar y valorar Asturias”.
Respecto a la visión que se tiene de Asturias en el exterior, Rubio afirma que “mucha gente de fuera valora que sea producto de Asturias. Se nos conoce por el buen comer y creo que es un añadido a nuestro producto. Certifica la calidad del producto y su proveniencia. Creo que, poco a poco, se va mejorando. Se han dado cuenta de que en el campo hay mucha gente que se está profesionalizando. Cada vez somos más jóvenes, queremos vivir aquí y tener nuestros proyectos”.
Visitas guiadas y planes de futuro
Otra forma de acercar la agricultura ecológica a quienes no la conozcan es fomentar las visitas a las plantaciones. En el caso de El Ribeiro, han empezado a organizarlas este año. Para Isabel Rubio, “llama mucho la atención. Vendemos nuestros productos aquí y queremos que la gente se conciencie de lo que son las plantaciones en ecológico. En España no está muy potenciado todavía. Piensan que plantas lechugas en tu huerto y ya es ecológico. Queremos explicar lo que conlleva y cómo se tratan. La gente se sorprende de que sulfatemos con leche desnatada, de los hoteles para las mariquitas, de cómo recolectamos, de nuestros envases, son de cartón y la faba va en saco de tela. Por otra parte, el río tiene especies protegidas. Se trata de enseñarles lo que conlleva la producción ecológica y por qué tiene ese valor añadido. Es lo que intentamos fomentar con estas visitas guiadas. A parte, tenemos un paraíso para enseñar y que la gente disfrute de lo que tenemos y de lo que hacemos”.
Respecto a planes de futuro, Isabel Rubio explica entre risas que “estoy incorporada como joven agricultora y, por ahora, cinco años los tengo seguros, pero mi futuro lo veo aquí”. Echando la vista atrás, la agricultora tiene claro que “esto es un proyecto a medio y largo plazo. Hemos invertido en un secadero, en cubrir los arándanos para poder recolectar en los meses de otoño y en toda la compra de prados, de material para la faba, tractores y sulfatadoras. Soy feliz aquí. Aposté por esto y no me arrepiento”